Resumen
La pintora pelirroja vuelve a París es la historia de la pintora española Remedios Varo, cuyo relato empieza con su exilio a París durante los años de la Guerra Civil española. La narración se desarrolla en los años que la pintora pasó en la capital francesa, de modo que la novela se divide en tres partes alrededor de su experiencia en Francia y se omite el tiempo en el que la vida de la pintora se desarrolla en otros países como México: Parte 1: París, de nuevo (1937); Parte 2: Intersticio de pasión (y pintura); Parte 3: Volver a París (1958).
Remedios Varo huye del contexto bélico de España, tierra natal en la que corría peligro debido a su afinidad con el bando republicano, y llega a París en 1937. Allí se instala en casa del poeta francés Benjamin Péret, quien se convierte, primero, en su compañero de vida y, años después, en su segundo esposo. En París, Varo se esfuerza por emprender una nueva vida, aunque se siente afligida por la situación de su país, acude a las reuniones de los intelectuales y artistas que se juntan en las cafeterías, entre los cuales se encuentran algunos españoles como Picasso u Óscar Domínguez. Este último se convierte en íntimo amigo de la pintora y su presencia será crucial en determinados momentos de su vida.
En ese tiempo de adaptación a la sociedad y la cultura francesa, Remedios Varo no se siente del todo acogida por el círculo de artistas, por las dificultades del idioma pero también por su condición de mujer dedicada al arte. Además, Varo se presenta como una mujer libre, dueña de su cuerpo y de su sexualidad, pues pese a vincularse románticamente con el poeta Pèret, la pintora disfruta de encuentros esporádicos con otros hombres. Pero un día se presenta en París Esteban Francés, pintor con el que Varo había mantenido una relación en España, y se instala en la misma casa junto con la pintora y el poeta. Esteban, a diferencia de Pèret, manifiesta una actitud violenta frente a la libertad sexual de Varo. En este triángulo amoroso aparece entonces el pintor Victor Brauner, recién llegado a París se une al círculo de los artistas surrealistas y, en una de las reuniones, la pintora y Brauner se enamoran perdidamente. Durante largo tiempo se ven a escondidas como amantes, hasta que un día Esteban Francés los descubre y, en una fuerte discusión causada por los celos, Brauner pierde un ojo. Tras esta desgracia, los acontecimientos empiezan a desencadenarse velozmente: Esteban Francés abandona la casa de la pintora; Francia declara la guerra a Alemania; Remedios Varo, a través de Brauner, actúa de mensajera para una organización antinazi; Pèret se marcha porque lo reclaman para incorporarse a las filas del Ejército Francés y, poco antes de que los alemanes nazis entren a París, Varo huye al sur de Francia donde se encuentra de nuevo con Brauner.
La segunda parte de la novela se centra en la relación de la pintora con Victor Brauner en un pequeño pueblo de Francia. Pese a la pasión de su amor, Brauner espera que Remedios encarne un modelo de mujer que, entre otras cosas, la obliga a renunciar a la pintura, sobre todo cuando Varo descubre que está embarazada del pintor. Asfixiada por unas expectativas con las que no se siente identificada y tras recibir una carta de Óscar Domínguez en la que le comunica el retorno de Pèret a París, Remedios decide, en contra de la voluntad de Brauner, volver a la capital unos días para poder pensar sobre su futuro y reencontrarse con el poeta. Sin embargo, cuando llega a París es detenida por los nazis, quienes la violentan hasta dejarle consecuencias físicas y psicológicas que arrastrará durante largo tiempo. Este suceso traumático le impide comunicarse con Brauner, quien desconoce lo sucedido y espera su vuelta. Por el contrario, tras ser liberada de los nazis, quienes la dan por muerta, Remedios Varo permanece en París con Pèret. Al fin, Pèret y Remedios Varo huyen a Marsella donde se reencuentran con el resto de miembros del círculo artístico, y el 20 de noviembre de 1941 la pareja consigue partir hacia México.
La novela se cierra con la visita a París de Remedios Varo casi veinte años después de su marcha a México. En esta época, la pintora se ha convertido en una artista de renombre, gracias en parte a la ayuda de su último marido, Walter Gruen, quien se había dedicado a publicitar la obra de Varo. En su vuelta a París se reencuentra con Pèret y también con Brauner, con quien por fin consigue hacer las paces por el abrupto final de su relación, pudiendo así cerrar una época marcada por el dolor y la incertidumbre, pero también por la pasión por el arte y la vida.