Resumen
Hermanos de sangre de Ramón Acín nos presenta varios relatos breves de la Guerra Civil, sobre todo en localidades de Zaragoza, pero también sobre el periodo anterior a la guerra y el siglo XXI, donde vemos pequeñas historias sobre integrantes de la misma familia y vecinos divididos por el bando en el que se situaban que ignoraban sus lazos de sangre y se mataban. Acín aborda la violencia y la falta de libertad en periodos de guerra o de represión, la memoria histórica y la reivindicación de los que lucharon por la República. La mayoría de los personajes son nombrados Él o Ella, esto es, a través de nombres anónimos que vienen a representar la colectividad, el destino común, las vivencias compartidas entre los que habitaron esta época convulsa de la historia española, en esencia: para simbolizar que cualquiera podría ser uno de ellos.
El libro se articula en torno a relatos independientes entre sí, tanto en lo que respecta a temática como a los personajes, la trama y el eje espacial y cronológico, con diferentes narradores, como pueden ser el homodiegético y el heterodiegético, ambos con una perspectiva tanto de testigo como omnisciente. Pese a la independencia narrativa, todos los relatos comparten el tratamiento de la crueldad de la Guerra Civil española: desde hermanos con posicionamientos opuestos que se delatan, consuegros que matan a sus hijos, padres que desheredan a sus hijos por pertenecer al bando republicano y realizar oficios liberales, médicos en prisiones y campos de concentración que ignoran la crueldad a cambio del sueldo y la estabilidad laboral o jueces que, ante tantas actas de defunción de los fusilados, acaban deshumanizando la tragedia y la violencia ejercida a sus compatriotas.
Encontramos historias como la del abuelo de Paco, un republicano que, desoyendo las recomendaciones de su hermano, del bando sublevado, rechaza unirse a la Acción Católica y muere asesinado por su hermano de sangre al no poder perdonar su posicionamiento ideológico. Sus restos, como los de tantos otros, siguen desaparecidos, razón por la cual Paco se ve en la obligación moral de acudir al castillo donde sabe que fue asesinado para poder darle el descanso que mereció.
Asistimos al funeral de un abuelo republicano cuyo hijo fue asesinado por su consuegro. El abuelo, siempre silencioso por el trauma que esto supuso, llevaba en vida siempre una foto vieja de su hijo como acto de recuerdo y reivindicación. El asesino, el abuelo paterno, el padre de la mujer de su difunto hijo, su familiar, se mantuvo, asimismo, siempre en silencio por miedo a ser denunciado por su crimen una vez llegó la democracia.
Somos testigos de la breve historia de amor de Alegría y Román. Tras ser desheredada por su padre, un empresario patrocinador de los franquistas, por manifestar su deseo de ser maestra, conoce a un guerrillero que trabajaba pasando información de los avances de la Guerra a Francia. Román, el guerrillero, tras dos semanas jurándose amor eterno con Alegría, es descubierto en la cueva donde se escondía por los franquistas, que lo abaten en el monte. Alegría, desde ese momento, luce de luto y decide enseñar a sus alumnos el valor de la resiliencia.
Vemos, entre muchas otras, las historias de jóvenes que, tras años de relaciones tóxicas, viven en libertad hasta que son asesinadas por celos, extranjeros ajenos al conflicto español considerados como “cómplices de la causa” y torturados y fusilados sin piedad, médicos y jueces insensibilizados ante tanta violencia en las cárceles y los campos de refugiados, ante las masas de cuerpos sin identificar que se acumulan en las fosas comunes. Historias de familiares deseosos de la breve fama que otorga delatar a hermanos, padres, abuelos y tíos en los círculos franquistas. Relatos de descendientes en la actualidad con ramas familiares separadas ideológicamente que continúan el conflicto arremetiendo a la pasividad de sus familiares franquistas, de sus crímenes y su defensa a capa y espada de los funcionarios que mataban a sus otros familiares republicanos.
Historias, pues, que narran la crueldad de la Guerra Civil y delatan la deshumanización y la violencia entre familiares y amigos se convierten en enemigos y en verdugos.