Resumen
En Moriré antes que las flores Eva Losada da vida a Livia, una joven de 25 años, huérfana de padre y madre, que se dedica a escribir por encargo las historias de los otros. Un día, la editorial donde trabaja ofrece a Livia una tarea especial que la obliga a abandonar su casa en Madrid durante el mes de agosto para mudarse a una casa de la sierra de Guadarrama donde deberá transcribir las memorias de Ada, una mujer de tercera edad que atraviesa la etapa final de su vida enfrentando una enfermedad terminal. Pero en esa casa no estarán solas, sino que conviven con la presencia de Martin, hijastro de Ada, y la de Bogdan, un hombre casado que cuida de la anciana.
A partir del encuentro de las dos protagonistas, Livia y Ada, se entrelazan dos tiempos, uno presente en el que Livia escucha hablar a Ada a la vez que trata de encontrar respuestas sobre su propia vida; y un tiempo pasado que corresponde a la vida de Ada y que se desarrolla durante la Guerra Civil y los años de la dictadura española. Durante las semanas que la joven se instala allí, Ada y Livia se encuentran en el salón para llevar a cabo el desarrollo de la historia de la anciana, una historia marcada por el terror, la muerte, la violencia de género y el exilio.
Ada era hija de Teresa, maestra republicana casada con el intelectual y escritor comunista José. Con el estallido de la Guerra Civil, José, quien durante la infancia de Ada se había ausentado con frecuencia, se marchó al exilio en Londres. Pero Teresa, debido a sus ideas políticas y su profesión, también corría peligro, de modo que un día tuvo que dejar a Ada en la casa de los vecinos Clara y Armando, para preparar la huida junto con su hija. Sin embargo, Teresa nunca volvió y Ada nunca supo qué sucedió con su madre. Clara y Armando, ante la situación nacional, no quisieron responsabilizarse de Ada, de modo que esta, todavía siendo una niña y tras un largo trayecto en solitario, consiguió tomar un tren de camino a Francia, pero este tren nunca llegó a su destino. Interrumpido el viaje en una estación de la costa francesa, la entonces niña se instaló en el campo de concentración de la Plage Nord. Allí fue violada por varios soldados y a los meses la trasladaron a La Maternidad, pues quedó embarazada de un niño, al que dio a luz y posteriormente en adopción. Con el tiempo, Ada consiguió llegar a Londres, donde residía su padre, aunque durante muchos meses ella permaneció en un internado. Al fin, tiempo más tarde, su padre junto con su nueva mujer, María, que durante los años en Madrid fue su amante, se hicieron cargo de Ada. En esta situación, la joven pudo estudiar y empezar a tomar las riendas de su vida. En Francia conoció a Cristophe, quien tenía un hijo, Martin. Cuando Cristophe murió, Ada y Martin volvieron a España y se instalaron en la casa de Guadalajara. Pero durante el periodo en Francia el hijo biológico de Ada, Jerry, fruto de la violación, apareció buscando respuestas, respuestas que la mujer le negó. Pese al rechazo de su madre, también Jerry se instaló en aquel pueblo donde ahora Ada narra sus memorias a Livia.
A partir del relato que Ada transmite a la joven escritora de manera fragmentada a lo largo de la novela, con pausas en las que la anciana descansa mediante dosis de morfina, Livia investiga sobre los vacíos que no consigue descifrar. Es entonces mediante documentos, pero también mediante los paseos al cementerio y distintas conversaciones con habitantes del pueblo, entre ellos, Jerry, como poco a poco descubre que este es su abuelo, pues el motivo de este encargo contiene un trasfondo emocional.
Jerry tuvo una hija con Beatriz, una mujer del pueblo, y esta hija, la madre de Livia, se desvinculó de su pasado y marchó a Madrid. Es así como Livia descubre quién fue su madre. El conocimiento de sus raíces y de todo el entramado histórico que envuelve su historia genealógica es lo que, al fin, permite avanzar a la protagonista en una vida hasta entonces afectada por la muerte y el desencanto.