Resumen
Retiro lo escrito es una obra compuesta por fragmentos que funcionan como destellos autónomos, aforismos, anotaciones de diario, recuerdos o reflexiones, donde el texto renuncia a la continuidad argumental para abrazar la riqueza de lo disgregado. Cada fragmento puede ser leído como una unidad cerrada, pero todos, en conjunto, revelan una conciencia lúcida que se interroga sin tregua sobre la memoria, el lenguaje, la identidad, el deseo, la pérdida y el paso del tiempo. El autor crea una obra en la que el lector puede abrir el libro por cualquier página pues cada fragmento es independiente, pero la suma de todos ellos conforman una unidad.
La narración no presenta una historia única, sino una composición de múltiples entradas para navegar en el pensamiento de un sujeto que se sumerge en el pasado sin caer en la nostalgia. De esta manera, el pasado queda transformado por el presente, atravesado por el humor, la crítica, la melancolía y la lucidez. Lo cotidiano se convierte en materia literaria: las conversaciones truncadas, los gestos repetidos, los silencios que permanecen y los detalles mínimos que activan recuerdos. Todo ello se mezcla para llevar a una reflexión continúa sobre el acto mismo de escribir y de decir. Asimismo, la obra se construye desde la memoria personal para dialogar de manera indirecta y fragmentaria con la historia colectiva de España, especialmente con las huellas que la dictadura franquista dejó en la subjetividad, el lenguaje y la vida cotidiana.
En la obra, los lugares, las personas y las historias entrelazan lo real y lo imaginario, donde el autor cruza tiempos y versiones de sí mismo. La voz que narra no es la de un personaje fijo, sino la de una conciencia que muta y que observa con ironía, crítica y cierta irreverencia. La obra se despliega como un diario sin fechas o una autobiografía sin centro, donde el yo que escribe se transforma continuamente, interrogándose a sí mismo, al mundo y a la escritura. La relación entre pasado y presente es constante, así como la tensión entre lo que se dice y lo que se elude, lo que se afirma y lo que se duda.
Con todo ello, lo fragmentario no es solo el principal recurso, sino la forma de la que se parte para construir la novela. Cada fragmento va conformando un hilo narrativo donde imágenes, preguntas, ironías y revelaciones se entrelazan en un flujo que desafía cualquier orden impuesto. Lo autobiográfico, lo imaginado, lo filosófico y lo absurdo conviven sin jerarquías. En definitiva, se trata de una obra que desarma el artificio de la narración unificada y apuesta por la verdad dispersa de lo vivido y lo imaginado.
El narrador de la novela es anónimo, aunque puede interpretarse como un alterego del autor, Juan Antonio Masoliver Ródenas.