Resumen
A través de un narrador heterodiegético y omnisciente, Antonio Iturbe nos narra en Música en la oscuridad la vida de Mariano Lozano, su mujer y los habitantes de Casetas durante los años anteriores a la República y a la Guerra Civil basándose en personajes reales sobre los que ficcionaliza aspectos de su vida. Así, la novela nos cuenta la vida ficcionalizada de Ladis, el joven sindicalista republicano, Tono el Loco o el Mudo, el joven desfigurado del barrio, Pili la bibliotecaria, el Trapala, Julia, Jerónimo el Castro y muchas otras figuras reales de la Carretas de la década de 1930 y cómo, en momentos de oscuridad, de tensiones sociales, religiosas y políticas, Mariano Lozano Sesma, el maestro de la banda, consiguió unir al pueblo y darle la oportunidad a los habitantes de sentirse queridos y apreciados con el respeto, su cariño y, sobre todo, con la música.
Mariano y mujer Joaquina llegan a Casetas desde Mallén cuando a Mariano se le brinda la oportunidad de dirigir, por primera vez, la banda municipal de un barrio rural zaragozano. Sastre de profesión, Mariano decide montar una sastrería en la casa que le ha dado el ayuntamiento en caso de que dirigir la banda resulte ser un fracaso.
La llegada al barrio es desalentadora: el pueblo los recibe pésimamente, con mucho escepticismo. Asimismo, la monotonía, el caciquismo del alcalde, las habladurías y la presencia amenazante de la curandera del pueblo, Hilaria, a la que todos consideran una bruja, hacen que Mariano tenga pocas expectativas en este cambio tan importante para él como es el poder ganarse la vida haciendo lo que amaba: la música. Sin embargo, la decepción es mayor cuando asiste al primer ensayo de la banda y se encuentra con que los integrantes no son músicos formados sino obreros, agricultores, lisiados y mandados que carecen de interés por la música y que participan en ella por las pocas pesetas, si se las daban, que les prometía el ayuntamiento.
Pese a los claros impedimentos con los que se encontraba Mariano, una banda desganada, la sensación de soledad en un pueblo que no los acoge y los intentos de la bruja para que la nueva familia abandone Casetas, el nuevo director de la banda no se rinde, y consigue ganarse la confianza de los integrantes, dándoles el cariño que no les habían dado, motivándolos a aprender música y cumpliendo las promesas que siempre les habían quedado rotas. Así es como, poco a poco, fiesta tras fiesta, los integrantes de la banda empiezan a desafinar menos, a tocar con ilusión y a aprender a leer partituras.
Pese a que Mariano y Joaquina ya se estaban ganando el favor de todo el pueblo, solamente la bruja seguía teniendo un rechazo atroz por la pareja, un rechazo que se traducía en rituales y amenazas que llegan a poner en peligro a ambos, pues llega incluso a provocar que Joaquina casi aborte o que, en las muchas noches en las que Mariano salía a pasear por los montes para tocar el clarinete, una sombra amenazante le persiguiera. Estos intentos de que el matrimonio abandonara el barrio tenían, sin embargo, una razón de peso: en una visión de futuro de Hilaria, se da cuenta de que Mariano traía tras de sí la temible sombra de la muerte, del conflicto, de la guerra que llegaría en los siguientes años y que nada podía evitar.
La banda de música municipal de Casetas va ganando fama y sumando integrantes cuando caen Primo de Rivera y el general Berenguer, las tensiones con los bombardeos de los anarquistas y la llegada de la República en las elecciones. El esperado cambio que se ha ido viendo en los meses anteriores a la proclamación de la República se afianza cuando Mariano y otros jóvenes del sindicato de republicanos del barrio ondean la bandera tricolor orgullosamente.
Durante los primeros años de la República la vida cambia en Casetas tanto para la familia de Mariano como para los habitantes del barrio: Mariano es padre dos veces, se gana el favor del pueblo por completo, consigue llevar a la banda a su punto álgido y, además de la dirección de la banda, se monta una escuela de solfeo y música en su casa. A causa de los cambios políticos de la República, se notan los avances científicos y educativos, con la apertura de bibliotecas, escuelas mixtas y laicas o nuevos espacios culturales, pero también se aprecian las tensiones entre la iglesia y el ayuntamiento, entre los grupos de derechas e izquierdas y entre los propios grupos de izquierdas. Las tensiones políticas aumentan, las huelgas de obreros, las insurrecciones militares en contra del gobierno republicano y la presencia religiosa son cada vez más frecuentes a nivel nacional, pero la vida sigue en Casetas con relativa normalidad, donde se considera que esa incertidumbre que cierne sobre la República es pasajera.
A causa de la fama de la banda ya no solo en los barrios y pueblos colindantes sino también en Zaragoza, los músicos se ganan una gran reputación y el respeto y cariño del pueblo.
Mariano es nombrado alcalde de Casetas poco antes del verano de 1936. Esta nueva vida profesional, sus deberes para con el pueblo y la República, y la pesada burocracia lo mantienen ocupado, pero no evitan que tenga la sensación de que hay algo extraño en el ambiente. Sospecha que la ansiedad que le ha diagnosticado el médico de Zaragoza no es simplemente debida a la carga de trabajo que le supone llevar la banda, la escuela de música en su casa, la sastrería y la alcaldía. Tal y como le advirtió la bruja a su vuelta a Casetas, intuye que el olor a tierra mojada, la llegada del invierno en verano y la huida de los pájaros no son solo imaginaciones suyas.
Con las primeras noticias radiofónicas sobre el levantamiento de los militares destinados en Marruecos y las primeras amenazas de los falangistas armados en Zaragoza, Casetas se convierte en el siguiente destino de los fascistas que, guiados por el cura del pueblo, que había sentido como una ofensa la laicización de las escuelas y las instituciones y la falta de respeto a la religión durante los años de la República, pretenden acabar con los rojos y los enemigos de España para liberar al país de la ruina económica, moral y religiosa de la República. Así, buscan, encuentran, encarcelan y ejercen una violencia sistemática sobre todos aquellos que se habían considerado baluartes de la República en Casetas: Ladis, maestro y sindicalista, María y Filo, las maestras lesbianas, Mariano y todo aquel que se cruzara con los falangistas.
Tras el encarcelamiento y fusilamiento de Mariano, la huida de Tono, el Mudo, y de todos aquellos que pudieron escapar a tiempo antes de la llegada de los falangistas y de la guerra, la banda siente cómo la familiaridad y la libertad de sus años de formación y esplendor quedan reducidos al sometimiento, el miedo y la resignación silenciosa que les obliga a tocar el Cara al sol bajo amenaza de pistola.
La novela termina con dos epígrafes en los que el autor, Antonio Iturbe, habla sobre su abuelo, Jerónimo Iturbe el Castro, sobre los personajes de la novela y qué fue de ellos durante la Guerra Civil y la dictadura franquista. Por último, incluye un apartado de agradecimientos en el que señala las fuentes de su investigación.