Resumen
En El niño que no iba a misa conocemos, a través de la narración en primera persona, la historia de Nacho, un niño que vive en un pueblo del norte de España durante los duros años de la postguerra española. Así, este narrador protagonista nos traslada su visión infantil del mundo que lo rodea, compuesto principalmente por dos espacios: el de su familia, presidido por las figuras de sus padres, Joaquín y Elvira, así como los hermanos de esta, Arsenio y Hortensia; y el del pueblo, con la omnipresente figura de Don Primo, el sacerdote, junto con un elevado número de vecinos del municipio. Estos dos espacios sirven, además, como contraste entre un sentir democrático, republicano y muy secularizado a nivel familiar, que se vive con cierto grado de ocultación; y un poder omnímodo de la Iglesia más reaccionaria y las fuerzas vivas del régimen que asientan su autoridad mediante el miedo en todo el pueblo. Entre ambos ámbitos, el personaje de Celsa actúa como nexo de unión, siendo un personaje del espacio ideológico y religioso del pueblo, que, en su papel de empleada del hogar –especialmente, como jardinera y horticultora–, se adentra en el familiar, controlando a los padres de Nacho y atemorizándole a él con sus creencias sobre el demonio.
Asimismo, a lo largo de la novela se tratan, como en una radiografía de la postguerra española, temas como la sequía; la pobreza; la presencia de maquis en el monte, y las diversas perspectivas sobre estas figuras y sus actuaciones entre los habitantes del pueblo; la opresión religiosas, sobre todo mediante el personaje de Don Primo y Celsa, adalides de unas creencias profundamente dogmáticas que tratan de imponer mediante el temor y la amenaza; las enfermedades, tanto físicas –una epidemia de ictericia– como mentales, y la visión popular de estas últimas –llegando a calificar a una enferma mental de 'endemoniada'–; las detenciones injustificadas y violentos interrogatorios por parte de la Guardia Civil; o el estraperlo y los problemas derivados de esta práctica duramente perseguida.
Con todo, a pesar de tratarse una gran cantidad de temas, la trama se desarrolla casi en su totalidad en el mismo espacio, un pequeño pueblo indefinido del norte de España; con la única excepción de unos días que el protagonista pasa en el Sanatorio de la Sagrada Familia, en la capital regional. Esto último ocurre porque la presión con que Celsa atemoriza al protagonista, haciéndole creer que el demonio va a ir a por él porque en su familia no acuden a la iglesia y él no ha hecho la primera comunión, lo sugestiona hasta el punto de asustarse por la aparición de un macho cabrío al anochecer, llegando a caer enfermo y perder durante unos días el habla. Presión que Celsa utiliza, además, con la ayuda de Don Primo, para tratar de introducir en las creencias católicas al niño e intentar que ingrese en el seminario, alejándolo de las ideas de sus padres.
En conclusión, de una manera bastante coral, pues abundan los personajes del pueblo definidos solamente por su oficio que intervienen ocasionalmente, conocemos los problemas de un pequeño pueblo, que en su indefinición podría ser cualquiera de la España de postguerra, durante unos pocos días del año 1947, que bastan para forjarse una imagen general del momento. Todo esto unido a las dudas y temores de un niño-narrador que llega a cuestionarse si son sus padres quienes se equivocan al defender unos valores distintos a los que la sociedad impone, pero que no deja de apoyarlos en ningún momento, convenciéndose, finalmente, de la posición de estos.