Resumen
En la obra, el narrador trata de ofrecer una explicación de los motivos que llevaron a Adolfo Suárez, presidente del gobierno español en el momento del golpe; Manuel Gutiérrez Mellado, vicepresidente; y Santiago Carrillo, secretario general del PCE, a mantenerse sentados en su escaño cuando los guardias civiles que protagonizaron el 23F, el intento de golpe de Estado de 1981, irrumpieron en el Congreso de los Diputados amenazando y abriendo fuego. Para explicar estos gestos de resistencia y de libertad de Suárez, Gutiérrez-Mellado y Carrillo, se resumen sus vidas y se detalla su importancia capital en el proceso de desintegración de la legislación y estructura franquistas y la paulatina creación de un régimen democrático.
Sin embargo, el narrador no se limita solo a constatar los hechos, sino que trata de recrear a través de estos los pensamientos que pudieron haber tenido los protagonistas y de dar una propuesta de sentido a los sucesos. Así, Suárez habría permanecido impasible en su escaño porque en los últimos meses se había mentalizado de que una intervención militar era una opción probable, pero también porque había interiorizado desde su llegada al puesto de presidente cómo debía comportarse un presidente democrático y actuó en consecuencia. Entre las motivaciones de Gutiérrez-Mellado y Carrillo destaca la de su voluntad de redención, puesto que en la Guerra Civil lucharon en defensa de partidos totalitarios o con aspiraciones revolucionarias: Falange y el Partido Comunista de España, y, ahora, dos personas que habían combatido en bandos opuestos y por partidos con ideales no democráticos defienden con su vida un mismo régimen democrático, el que habían ayudado a construir.
En definitiva, Anatomía de un instante es un análisis del proceso de la Transición española; pero, especialmente, es un examen del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Por tanto, asistimos a la exploración de las diferencias causas que propiciaron el golpe, que no solo estuvo motivado por la inestabilidad del país durante el proceso de Transición democrática y por la segunda crisis del petróleo (1979), sino que también se relaciona con el ambiente de crispación producido por la clase política. Destaca en este sentido la aceptación, creciente y más o menos explícita, por parte de Alianza Popular, del PSOE, de una parte de UCD, de empresarios, de periodistas, de la propia monarquía y, sobre todo, por parte del ejército, de un golpe de bisturí con un gobierno presidido por un militar como una opción viable para combatir el malestar social. Además, se detalla la planificación del golpe; las diferentes motivaciones de los partícipes y sus diversas nociones de cuál debía ser el gobierno resultante del levantamiento, que explican parcialmente su fracaso; la ejecución del plan; y las diferentes fases por las que pasa el golpe, que terminan desembocando en su fracaso y en un éxito para la monarquía y para la democracia.
En esta línea, los tres principales golpistas fueron el general Alfonso Armada, que quería ser elegido presidente un gobierno de unidad de los principales partidos, el capitán general Jaime Milans del Bosch, que sublevó la región militar de Valencia sacando los tanques a la calle e intentó que sus homólogos le imitaran, y el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero, que tomó el Congreso de los Diputados con la ayuda de varias unidades de su cuerpo y que no permitió que Armada hablara con los diputados, puesto que el teniente coronel solo contemplaba como posibilidad un gobierno militar.
Siguiendo la interpretación que la novela hace del acontecimiento, para el fracaso del golpe resulta decisiva la intervención del rey Juan Carlos I. Si bien el comportamiento del monarca distó de ser ejemplar en los meses previos al golpe, presionando a Suárez a dimitir y criticándolo continuamente a sus espaldas, su posicionamiento tajante en favor del gobierno y de la democracia fue crucial para detener a una gran parte del ejército, que estaba deseosa de sumarse al golpe, pero que no se atrevía a contradecir con las armas las órdenes del sucesor designado por Francisco Franco.
Por último, se estudia cuál fue la implicación de los servicios de inteligencia en lo ocurrido. La conclusión a la que llega la novela es que el CESID, principal entidad de inteligencia del momento, no colaboró con los golpistas, sino que se opuso a ellos; pero es seguro que algunos de los miembros de una subdivisión con un alto grado de independencia, la AOME, fueron partícipes y es probable que su jefe, el comandante Cortina, también, aunque esto último no fue demostrado judicialmente.