Resumen
El 19 de julio de 1936, un día después del comienzo de la Guerra Civil, el viejo indiano Nazario se encontraba en la pensión Ibero de Eltzu, como era costumbre, con el joven Beñat Mandazen para que los militares sublevados contra la república realizaran trabajos sucios a través de los pueblos que habían organizado las milicias civiles. Los milicianos querían recoger voluntarios para la guerra, y los que no estuvieran dispuestos a batirse en la batalla tendrían que ir a la Ribera a cortar el trigo. Así, le obligaron a colaborar con las milicias civiles si no quería que pasara nada malo: de los pueblos vecinos de Eltzu y Baztan, sólo trece voluntarios fueron recogidos para ir a la Ribera. Los chicos fueron dispersados por varias localidades de la Ribera y Beñat acabó en la localidad de Harpezar, en las Bárdenas. Los militares le dejaron solo en el pueblo, sin ayuda de nadie, pero el terrateniente Beterre le ofreció espacio para dormir en las cuevas. Al quedarse solo en la cueva, empezó a escuchar ruidos extraños y se encontró con otras personas, Hize, Toño y Mikel, miembros del CNT, que cada noche se dirigían a la cueva para llevar comida y agua a su amigo Arturo, el exjefe del CNT, escondido en el subsuelo. Para despedirse de un compañero moribundo, Beñat emprendió un viaje a Pamplona. El viaje debía durar tres días; sin embargo, el último día, Beñat se quedó en la salina de Ibargoiti para justificar el viaje a través de la venta de sal. Sus dueños le ofrecieron trabajo y cena, así como un lugar donde dormir. Esa noche, un grupo de milicianos se presentó en casa preguntando por un chico que había llegado con galeras de trigo desde el pueblo de Harpezar; el dueño mintió y no denunció a Beñat, que se compadeció de su situación. Sin embargo, poco después de que Beñat partiera hacia Pamplona a la mañana siguiente, encontró a los milicianos esperándole y lo llevaron a La Morea, donde fue brutalmente golpeado. El detenido junto a Beñat había soltado un nombre bajo tortura, por lo que Beñat podía volver al pueblo. Allí vivió una serie de vicisitudes y vivencias terribles y acabó huyendo hacia las provincias francesas de Euskal Herria. En Ainhoa, le entregaron nuevos documentos para poder regresar al País Vasco. Sin embargo, la guerra estaba perdida y muchos miembros del CNT no encontraban sentido para vivir: Arturo se suicida, Hize dispara su vientre embarazado por Beñat, etc. La novela retrata los tiempos más duros de la represión.