La fuente donde el agua llora

España es la fuente que hidrata, nutre y hace llorar a los españoles de dentro y de fuera, como se aclara explícitamente en la última página. La novela recorre más de cincuenta años de nuestra vida nacional del pasado siglo, desde el Desastre de Annual (1921) a la matanza de los abogados de Atocha (enero de 1977) deteniéndose en algunos de los hechos, instituciones y situaciones determinantes de la guerra y la posguerra (el Auxilio Social, la Legión, la División Azul, Cárcel Modelo, las sacas nocturnas, los refugios, Paracuellos, la Resistencia y los campos de concentración franceses, la expulsión de Federico Sánchez y Fernando Claudín del P.C E., el movimiento estudiantil de los 50, etc.), y, sobre todo, la vida cotidiana de dos generaciones de españoles: los que vivieron la guerra y sus hijos. Todos los episodios están concentrados en torno a dos familias, que pertenecen a bandos opuestos pero que sufren igualmente las consecuencias de la reciente tragedia. Dentro de ellas, los personajes paralelos son los dos jóvenes de la segunda generación (uno, hijo de comunista, vendido a un matrimonio potentado y el otro, igualmente de clase obrera, confiado por necesidad al Auxilio Social). La supervisora de esta institución es el personaje que manipula la vida de las dos familias. El padre natural del primer niño, exiliado en Francia desde el 39 al 77, encarna el entusiasmo inicial de los perdedores por no dejarse vencer y el progresivo desengaño al comprobar que el triunfo aliado en la Segunda Guerra Mundial no repercute en la condena del franquismo fuera de España y cómo el afianzamiento del régimen en el ámbito internacional se va consolidando. Cuando llega la posibilidad del regreso, al sentimiento de la inutilidad de una lucha en soledad durante tantos años se une el miedo a los cambios experimentados en el país durante ese tiempo. Es el mismo temor que asalta a los que salen de la cárcel, tras sufrir la represión, o a los legionarios que se incorporan a la vida social. La guerra los ha marcado a todos.
La trama, dividida en tres partes de desigual extensión, se desarrolla con fluidez, con la cronología bien detallada y un estilo sencillo que no depara sorpresas al lector. El diseño de los personajes es desigual, pues el narrador externo trata de penetrar en las motivaciones de las conductas de la mayoría de ellos, mientras que otros aparecen mucho más estereotipados. Se huye, sin embargo, de su enjuiciamiento. Es de destacar la precisión
y detalle con que se narran los hechos históricos, lo que revela una rigurosa documentación y preparación de la obra.

(Resumen extraído de AMESDE. Repertorio bibliográfico 2015)