Resumen
El dieciséis de agosto de 1936 Federico García Lorca, refugiado en casa de los Rosales en Granada, es apresado
por Ruiz Alonso de la CEDA y conducido al Gobierno Civil donde es encerrado. Vicenta, la madre del poeta, se desploma al saber la noticia y el padre ofrece mucho dinero al coronel González Espinosa para la causa franquista a cambio de la vida de Federico. Pero todos estos esfuerzos resultan vanos: Trescastro, el jefe de la "Escuadra Negra", se las arregla para que Federico salga la misma noche del dieciséis del Gobierno Civil: lo llevan a Víznar, lo ejecuta Antonio Benavides y lo entierran en Aydanamar, "la acequia de las lágrimas". Hasta el diecinueve de agosto nadie sabe nada de Federico, la familia pide ayuda de todos los allegados y es el agustino Esteban Azcona quien comunica la noticia a la familia. Los padres están desolados y pronto la madre acusa en secreto a su marido de no haber aceptado a su hijo homosexual y poeta y de haberse enriquecido a costa de gente de la Vega que ahora se lo hace pagar. Vicenta logra que desentierren a su hijo y lo vuelvan a enterrar en la huerta de San Vicente y exige el secreto de todos los presentes. Al abandonar los García Lorca esa residencia y para que el poeta descansara en tierra sagrada, la familia habría logrado que trasladaran los restos al oratorio del conde de Benalúa, en la localidad granadina de Láchar. Con el tiempo, el oratorio se habría transformado en almacén de materiales agrícolas y, finalmente, al derruirse el templo a comienzos de los años ochenta, los restos habrían acabado con escombros compactados en el cauce del río Genil.
Continuación de la novela Granada 1936 (2015), el autor presenta esta investigación como "relato que comienza en novela, continúa en reportaje, y concluye en ensayo". El libro ofrece al principio una crónica policial muy detallada de los hechos, como un acta notarial. En la segunda parte, "Hipótesis", el autor/narrador cuenta, de acuerdo con sus investigaciones, lo que podría haber pasado con los restos del poeta, relato que se aleja de lo que se sabe actualmente sobre el tema. La parte final abunda en los aspectos oscuros de la familia, de tal manera que el crimen de Lorca habría sido más un acto de viejas rencillas que un acto político. También abunda el narrador en los homenajes que se multiplicaron a partir de 1976 y convirtieron a Federico en símbolo "vivo" de la democracia: "un final surrealista, paradójico y trágico".
(Resumen extraído de AMESDE. Repertorio bibliográfico 2017)