Resumen
En el protectorado español en el Norte de África durante la II República, transcurre el paso de la adolescencia a la mayoría de edad de León Sartori, quien se alistará en el ejército «para defender a la República» en vísperas de la sublevación militar. Su vida en Tánger se desarrolla en el seno de una familia de difícil convivencia, con un padre mecánico de ideas izquierdistas, próximo a la masonería y adepto al comunismo libertario, tan pronto presente como ausente, y una madre costurera, que acepta con un silencio rebelde y sufriente los abandonos poco explicables de su marido. Mantiene una intensa relación con su progenitor, quien a través del uso de las armas de fuego y de la práctica de la caza pretende justificarle la violencia, cuando está avalada por la firme creencia en una idea. Abducido por la influencia paterna, aunque con fundadas sospechas sobre las misteriosas actividades causantes de sus ausencias, León ingresa en el ejército a principios de 1936. Destinado a la compañía disciplinaria de Cabo Juby, junto a un pequeño aeródromo en el Sahara occidental, allí deberá fusilar a condenados a muerte. El golpe de Estado, que fuerza el cambio de bandera en el establecimiento penitenciario, le supondrá graves problemas ideológicos, al igual que a otros militares de la guarnición. Pero la experiencia extrema del desierto, el contacto con los saharauis, su relación con una enigmática periodista francesa y, especialmente, su amistad con el mecánico de vuelo Sebastián Abarca, objeto también de la animadversión de su superior, el alférez Porfirio, impulsarán su cambio radical.
¿Qué es lo que distingue una ejecución de un asesinato; es lícito segar una vida ajena? Estas preguntas, que funcionan como hilo conductor para la reflexión sobre la violencia que subyace en las páginas de esta novela, obsesionan a su protagonista. Descrito desde buen principio como un joven amante de la lectura, responsable y entristecido por el sofocante ambiente familiar, lo vemos disfrutar con el boxeo y admirar los engranajes y la precisión de las armas de fuego, en cuyo manejo se adiestra por influencia paterna. León siente una especial satisfacción al comprobar su habilidad y puntería y, cuando sea destinado a la compañía disciplinaria, no se planteará dudas morales a la hora de fusilar a los condenados: él es tan solo el brazo ejecutor de una orden del Estado. Pero estas certezas empezarán a flaquear tras muchas ejecuciones, confrontado a los escrúpulos del honesto cabo Sebastián, que preferirá la cárcel a seguir ejerciendo de verdugo, y sobre todo, cuando empiece a dudar no solo de los consejos de su padre, sino también del papel que éste desempeñó en las revueltas libertarias en la Península. De ahí su resolución final, tras un impactante suceso.
En el relato, el autor combina con habilidad y lenguaje preciso una narración lineal con numerosos flashbacks, al tiempo que ofrece un testimonio de introspección psicológica de intenso calado moral. Retrata asimismo con eficacia la vida cotidiana del Tánger de los años treinta y la extrema dureza de la penitenciaría de Cabo Juby, compensada por su poética descripción del paisaje sin límites del desierto.
(Resumen extraído de AMESDE. Repertorio bibliográfico 2020)