Resumen
Nombres propios, sin apellidos, corrientes en la época (José Antonio, Indalecio, Celestina, Manolo, Eva, Dolores…), como lo son sus vidas: carboneros, sirvientas, camareros, curas, cabos de la guardia civil, subalternos, criadas o simples buscadores de empleo (que no encuentran) recién salidos de prisión. No faltan las maestras represaliadas ni, entre la «gente bien», los comisarios de camisa azul y las señoras vestidas de hábito. No son ni han sido héroes, sino supervivientes. Por eso se dedican a oficios honrados o al estraperlo y, si hace falta, a la delación, a la venganza que puede llegar al asesinato, al ocultamiento y al silencio culpable. Es importante conocer a alguien con influencia o información que, debidamente administrada, puede sacar a un prisionero de la cárcel o calmar a la madre que busca desesperadamente el paradero del hijo de la «quinta del biberón» que le fue arrebatado. Los escenarios son igualmente cotidianos: la calle, el bar, el mercado, el prostíbulo, la casa de familia. El día a día transcurre sin sobresaltos, salvo por la presencia de los ídolos del momento, ya sea Serrano Súñer o Eva Perón. Bajo la aparente tranquilidad, asoma la tragedia del topo que se camufla, la de la mujer barbuda del circo o la del homosexual que aparece muerto. Pero es mejor perdonar y
guiarse por la doctrina cristiana de la resignación.
(Resumen extraído de AMESDE. Repertorio bibliográfico 2020)