Resumen
Belarraren Ahoa es una novela ucrónica. La crítica la ha definido como una novela histórica alternativa. Es decir, representa realidades que podrían haber sucedido si los acontecimientos históricos hubieran tomado otro camino. Puede dar pie a reflexionar sobre el carácter imaginativo de la acción de recordar. Cano se centra en personajes y hechos históricos fácilmente reconocibles por el lector y los deshace y rehace a su antojo, con la mirada del presente, reinventando el pasado a través de la imaginación, la ironía y el humor negro. A este respecto, la narrativa contemporánea en euskera que contiene el imaginario del bombardeo de Gernika y el Guernica de Picasso, puede considerarse también como una muestra de la diversidad y renovación tanto temática como estilísticamente. La ucronía parte del planteamiento siguiente: «Imaginemos que Hitler no murió en Berlín en 1945. Imaginemos que no perdió la guerra, sino que se apoderó de Europa entera (...). Imaginemos que surca el Atlántico camino de Manhattan, (...) en la bodega del barco, preso, (...) Chaplin» (contraportada). A la narración de la operación marítima nazi le sigue, por medio de una analepsis, el hilo narrativo del viaje del polizón, Olivier Legrand. En junio de 1886, transportaron despiezada en doscientas cajas la famosa Estatua de la Libertad a Nueva York, y así migró Legrand, un trabajador portuario de Rouen, escondido en el interior de la corona. El relato relacionado con la historia material de la estatua es real, no obstante el polizón no tiene como base, a diferencia de los otros dos personajes principales —el comediante (Chaplin) y el hombre pequeño (Hitler)—, un personaje histórico. El narrador omnisciente que habla por boca de todos los personajes, en capítulos cortos que se asemejan a escenas cinematográficas, intercala tiempos verbales del presente y del pasado para narrar la historia, dando lugar tanto a analepsis como a prolepsis. De hecho, en el capítulo octavo el narrador anuncia al lector que el comediante y el polizón se reunirán en algún momento, siempre en clave irónica: «En la bodega de otro barco, (...) Olivier lo está pasando mal, como si sesenta años antes se solidarizara con el comediante torturado» (37). En el capítulo doce se funden en tiempo (alrededor de 1946) y en espacio (el muelle de Manhattan) el comediante que huye de la bodega de la flota y el ya anciano Legrand, al que el desembarco nazi le ha sorprendido mientras paseaba (49). Poco después, Legrand, reconoce al comediante herido y le da refugio en su casa, al lado de su mujer, Marie Ann, quien lleva tiempo encamada debido a una trombosis cerebral. Durante el período de su curación, en ese contexto donde los nazis se están adueñando del mundo, Chaplin no cesa de escribir en la máquina que Legrand consigue de estraperlo; precisamente, con el objetivo de «cambiar la historia» (62).