Resumen
Trece rosas rojas. El relato más conmovedor de la guerra civil cuenta la historia real de trece chicas, siete de ellas menores de edad, que fueron fusiladas el 5 de agosto de 1939 contra la tapia del cementerio del Este de Madrid por ser “rojas”, tras un periodo de reclusión en la prisión de Ventas.
El texto cuenta con anexos documentales internos al texto; como las últimas cartas de las “trece rosas", recuperadas por el autor gracias a los familiares, testimonios, entrevistas realizadas por el autor, declaraciones, discursos políticos extraídos de periódicos de la época, informes, fotos y retratos; y paratextuales: la correspondencia de Dionisia Manzanero y Julia Conesa Conesa a sus familias, el Acta del Consejo de Guerra y la sentencia de muerte de las “rosas”. Por todo ello, al contar la historia de las trece mujeres, la novela también reconstruye un retrato pormenorizado y documental de la historia española de aquellos años. Este recorrido cronológico se divide en tres partes. La primera, titulada “La lucha”, narra la derrota republicana, la entrada de las tropas de Franco en Madrid, la siguiente reorganización del PCE y de las JSU bajo la dirección de José Peña Brea. La segunda parte, “La represión”, se centra en el proceso de delación, detención y ejecución de mujeres y hombres militantes del PCE y de las JSU, reconstruyendo información detallada acerca de la red de delatores, detenidos y ejecutados. La tercera parte, “La venganza”, tras abarcar, en el primer capítulo, las deshumanas condiciones en las que recluían a las presas de la cárcel de Ventas, se centra en el asesinato de Eugenio Isaac Gabaldón Irurzun, el comandante de la Guardia Civil e inspector de la Policía Militar, junto a su hija y el conductor del coche en el que viajaban. Los responsables fueron Francisco Rivades Cosials (secretario del Sector del PCE), Damián García Mayoral y Saturnino Santamaría Linacero, miembros del grupo de “Los Audaces”, creado por Sinesio Cavada Guisado. A la muerte del comandante siguió un castigo ejemplar: no solo el fusilamiento de los tres asesinos de Gabaldón, sino también de otros cuarenta y tres jóvenes afiliados a las JSU. Entre estos, las “Trece Rosas”, a pesar de no haber guardado relación con el suceso.