Puerto escondido

Oliver Gordon regresa a Santander, a Villa Marina, la casa que heredó de su madre recientemente fallecida, Lucía, para convertirla en un hotel, pero descubre que hay un cuerpo de un bebé en una de las paredes, por lo que se inicia una investigación. Su abogado le desvela que su madre fue adoptada por los criados de los anteriores dueños de Villa Marina, tras haber sido educada durante dos años por las monjas Clarisas. En este tiempo, aparecen dos hombres muertos: Pedro Salas, con la chaqueta llena de recortes de la noticia del bebé encontrado en Villa Marina, y David Viesgo, que venía de visitar a la familia Ongayo, los anteriores dueños de la casa. Oliver y la encargada del caso, la teniente Valentina Redondo, visitan a la madre abadesa de las monjas Clarisas, pero no les desvela información relevante. Tras la visita, descubren que ha habido un tercer intento de asesinato, el de un hombre llamado Ballesta. En unos saltos al pasado se brinda información acerca de Jana, una niña que vivió durante la guerra civil. Cuando Oliver y Valentina acuden a la casa de la familia Ongayo, descubren que Jana, ahora anciana, es la antigua propietaria de Villa Marina, y que la dejó en herencia a la madre de Oliver. Clara Múgica, una médico forense que trabaja en el caso escoge desvincularse de él y confiesa que Jana es su madre. Más adelante, Oliver descubre cuál es la familia que había tenido Villa Marina antes que los Ongayo: los Chacón. La policía también averigua que un miembro de la familia Chacón, Ignacio, había sido asesinado hacía sesenta años, algo que les cuenta su sobrino, Izan Sáenz. Este hombre, Ignacio, dejó embarazada a Jana cuando ella servía en la casa de los Chacón y trató de hacerla abortar, por lo que su hermana Clara y ella lo mataron y lo lanzaron al mar. Siguiendo con la trama de intrigas, una mañana, Oliver despierta con su casa rociada de gasolina y una nota de amenaza, el mismo día en que Jana Ongayo se suicida. La teniente Redondo consigue una muestra de ADN de Jana y otra de Oliver, que, junto a una muestra que recupera de la madre de Oliver, le desvelan que el bebé de Villa Marina era la gemela de Lucía. Jana dio a luz a ambas niñas en Villa Marina, donde servía su hermana Clara Fernández, quien escondió a la que nació muerta antes de que dieran a la viva, Lucía, a las monjas clarisas, orden de la que Clara iba a empezar a formar parte. Uno de los agentes, Riveiro, señala a Clara Fernández como la posible asesina de Pedro Salas y David Viesgo, y descubre que ella es la madre abadesa de las monjas Clarisas, que no había colaborado cuando se la interrogó. La teniente va al monasterio en el que se aloja, y allí Clara Fernández admite haber cometido ambos asesinatos y haber traicionado a Jana, a la que estaba intentando proteger de que se supiera la verdad sobre el bebé muerto y el asesinato de Ignacio. A continuación, se suicida con un té envenenado. Finalmente se descubre que a Ballesta intentó matarle Izan Sáenz y que también Sáenz quiso asustar a Oliver empapando su casa con gasolina. Jana le deja una carta a su hija Clara Múgica, en la que narra los crímenes de su hermana Clara Fernández, la abadesa, y dice que el plan de Clara siempre fue conquistar a Luis, el primer novio de Jana y el verdadero padre de Lucía, es decir, el abuelo de Oliver.